Estuve por
primera vez en Roma en Septiembre de 2005. Era mi primera reunión
internacional, estaba tan aterrorizada como ilusionada con la experiencia. Con
algunos colegas, nos las ingeniamos para encontrar tiempo para pasear por la ciudad
y disfrutarla. Entonces, para mí Roma era un lugar totalmente desconocido y,
simplemente, me dejaba guiar. Así, callejeando por las calles peatonales del
centro, no me imaginaba que, girando una esquina aparecería, allí, en mitad de
la ciudad, una fuente inmensa e impresionante. La Fontana di Trevi. Recuerdo la
sorpresa, la admiración, la impresión que sentí al ver aquella fuente bella,
inmensa, viva, alegre e inmensa. Me parecía imposible que estuviera allí, en
mitad de una ciudad, entre callejuelas estrechas y hordas de turistas. Se
convirtió en uno de esos lugares de los que dices “me gustaría volver”.
Entonces, no sabía si volvería ni cuándo lo haría.
Volví, sí,
pero mucho después, más de siete años después. En ese segundo viaje, Roma
seguía siendo una desconocida, apenas recordaba cosas de esta ciudad magnífica.
Hacía mucho frío y nevaba. Nieve en Roma. Roma con nieve es el lugar más
tristemente romántico del mundo. La Fontana con nieve es maravillosa.
El tercer
viaje a Roma, en Enero del año pasado, inició una locura romana en mi vida. De
repente Roma se convirtió en el destino de la mayoría de mis viajes laborables.
Ocho veces he estado en estos dos últimos años, ocho veces. Han sido viajes
variados, en invierno, en verano, en otoño. Viajes laborales divertidos,
horribles, buenos y no tan buenos. La he visitado sola y con compañeros de
viajes variados, incluyendo gente a la que quiero mucho. En todos los viajes,
he vuelto a la Piazza di Trevi a ver la Fontana. En todos. Incluso después de
prometerme que no volvería a ir, porque ya era casi una obsesión. Así, he visto
la Fontana cubierta de andamios y sin agua, y he seguido todo su proceso de
restauración, cómo iban desapareciendo los andamios y como, poco a poco, iba
apareciendo la fuente que se escondía, tras ellos.
En mi última
visita, hace unos días, sabía que ya la vería totalmente descubierta y
restaurada. Fue difícil encontrar un rato libre en una semana de duro trabajo,
pero lo de ir a las 8 de la mañana fue una idea estupenda. Fue fácil encontrarla,
yo diría que ya puedo moverme por muchos lugares de Roma sin necesidad de mapa.
Y, según me acercaba, oír el agua cayendo en la fuente ya me puso la piel de
gallina.
Ahí estaba,
magnífica, enorme, bella, espléndida, sorprendente y tan limpia y blanca que
casi brillaba. Volver a verla fue casi como verla por primera vez, con la
ventaja de que, a esas horas de una fría mañana de Noviembre, casi no había
gente. Fue un auténtico lujo estar allí un rato, hacerle mil fotos, mirarla
desde mil perspectivas, observar las olitas que el agua forma y que, si te
acercas demasiado, te salpican.
Como todas y
cada una de las veces que he ido, tiré una moneda.
Quiero volver
a Roma, quiero volver a la Fontana.
Roma me hace
feliz, La Fontana di Trevi me hace feliz.
Y espero
volver hasta cansarme.
Las fotos,
una de cada una de las visitas que he hecho a la Fontana, a Roma. Diez, diez
ya.
6 comentarios:
Yo tengo una foto de la fuente mucho más bonita :P
Jo, con estos viajes que os marcáis es normal haber tenido un buen año. A ver si el año próximo puedo poner fotos yo de los míos :)
MUaks! Bonica!
Tía, si la primera vez que estuviste fue en septiembre de 2015 y la siguiente que volviste fue 7 años después... ¿en qué año estamos ahora? xD
Qué chulas las fotos mostrando todo el proceso. ¡Un besote!
PS: Roma, otro destino pendiente...
Me encanta el dato temporal que dice Sil, no me había fijado xDDD Has ido a Roma en la Tardis :D
Roma siempre merece el viaje. ¡Qué suerte ver la Fontana ya restaurada!
Bich, de anónima
Roma es estupenda y la Fontana es maravillosa.
Muchas gracias por jugar este año también, eres un amor.
¡Yo quiero ver la Fontana sin andamios! A ver si me ajunto en otro de los cientos de viajes que haces a Roma.
¿10 veces ya? Casi nada.
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