Es cierto que 2013 ha tenido momentos buenos, de esos que merece la pena recordar. Yo por ejemplo, fui al dentista.
Que dentista más mona. Me pareció mona nada más entrar por la puerta, pero no dije nada, no fuera a enterarse mi mujer y me mandase otra vez junto a aquel señor mayor de bata blanca que tanto daño me había hecho el año pasado.
Viviendo en el mismo pueblo nunca la había visto, supongo que es porque somos de generaciones diferentes, es muy joven. Es maja. Conectamos. No sé si fue cuando apoyaba su pecho contra mi cabeza, o su voz tranquilizándome, "tranquilo, no voy a hacerte daño", Miente tan bien... O cuando me acariciaba la cara con sus diminutas manos para limpiar algún resto que se había quedado atrapado en mi barba… De haber sido mi viejo dentista el que me acariciase de esa manera hubiese sido una situación muy incómoda.
En fin, fue bonito mientras duró. Supongo que los dos sabíamos que aquella relación tenía los días contados. Lo nuestro no podía continuar, los dos lo sabíamos. Por un lado me siento aliviado, por otro me da un poco de pena no volver a verla. Pero ya está. Se acabó. Ella misma lo dejó muy claro aquel día cuando dijo sin apenas inmutarse: "Hemos terminado".
Pero ha dicho que me llamará. Sí, ha dicho que me llamará. Dentro de un año, pero lo ha dicho. A ver si es verdad... Qué ganas de que llegue ya el 2014.
1 comentario:
Dentista y ganas en un mismo post NO SE PUEDE.
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